La prudencia, en la Biblia, no es simplemente inteligencia o astucia mundana. Es la sabiduría práctica guiada por el Espíritu Santo, la capacidad de discernir lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto, y actuar en consecuencia.
Se manifiesta en la toma de decisiones sabias, considerando las consecuencias a largo plazo y buscando la gloria de Dios en cada acción. No es la cobardía, sino la sabiduría que evita los riesgos innecesarios.