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Jesús: El Cordero de Dios, Sacrificio Perfecto

Jesús: El Cordero de Dios, Sacrificio Perfecto
El Antiguo Testamento prefiguraba el sacrificio
Desde el principio, Dios estableció el sistema de sacrificios para el perdón de los pecados. En Génesis 3:21, vemos a Dios vestir a Adán y Eva con pieles de animales, un símbolo del sacrificio necesario para cubrir su desnudez espiritual. A lo largo del Antiguo Testamento, el sistema de sacrificios de animales apuntaba hacia un sacrificio perfecto que estaba por venir, un sacrificio que limpiaría completamente el pecado (Hebreos 10:1-4).
La profecía se cumple en Jesús
Isaías 53 profetizó el sufrimiento del Siervo de Jehová, quien cargaría con los pecados de muchos. Este pasaje describe maravillosamente la muerte vicaria de Jesús: "Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados" (Isaías 53:5). Jesús, el Cordero de Dios (Juan 1:29), se ofreció voluntariamente como el sacrificio perfecto, cumpliendo las profecías y quitando el pecado del mundo.
La obra redentora en la cruz
En la cruz, Jesús, sin pecado, cargó con el peso de los pecados de la humanidad. 2 Corintios 5:21 declara: "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él". Su muerte fue un acto de amor incondicional, un sacrificio supremo que pagó el precio completo por nuestros pecados. Su resurrección confirmó la victoria sobre la muerte y el pecado, ofreciendo la promesa de vida eterna a todos los que creen (Romanos 6:23).
La aplicación práctica en nuestras vidas
La aceptación de Jesús como nuestro Salvador es la única manera de recibir el perdón de pecados y la vida eterna. A través de la fe en su sacrificio, somos reconciliados con Dios (Romanos 5:1). Este sacrificio no es simplemente un evento histórico, sino una realidad viva que transforma nuestras vidas diariamente, impulsándonos a la santidad y al servicio a los demás.
En conclusión, la obra redentora de Jesús en la cruz es el centro de nuestra fe cristiana. Su sacrificio perfecto, prefigurado en el Antiguo Testamento y cumplido en su muerte y resurrección, nos ofrece la esperanza de la salvación y la posibilidad de una vida transformada por el poder del amor de Dios. Reconozcamos la grandeza de este sacrificio y respondamos con corazones llenos de gratitud y obediencia.
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