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La Gracia Inmerecida: Un Don de Dios

La Gracia Inmerecida: Un Don de Dios
La Naturaleza de la Gracia
La gracia, hermanos y hermanas, no es algo que merezcamos; es un regalo inmerecido, un favor gratuito de Dios otorgado a los indignos. Es la manifestación del amor incondicional de nuestro Padre Celestial, un amor que se extiende incluso a aquellos que se han alejado de Él.
La Gracia en la Salvación
La salvación, la liberación del pecado y la muerte eterna, es enteramente por gracia a través de la fe en Jesucristo. No son nuestras obras, ni nuestros méritos, los que nos salvan; es la gracia de Dios, que nos extiende su misericordia y nos ofrece el perdón.
La Gracia en la Vida Cristiana
La gracia no es solo para la salvación inicial; es una fuerza continua que nos guía y fortalece en nuestra jornada cristiana. Es la gracia la que nos capacita para vivir una vida agradable a Dios, para superar las tentaciones y para perseverar en la fe.
El Fruto de la Gracia
El resultado natural de la gracia divina es una vida transformada. La gracia produce en nosotros el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la amabilidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y el dominio propio, frutos del Espíritu Santo, que testifican de la obra de Dios en nuestras vidas.
Hermanos y hermanas, abracemos la gracia de Dios con corazones agradecidos y humildes. Reconozcamos nuestra indignidad y permitamos que este don inmerecido nos transforme por completo, produciendo en nosotros frutos dignos de arrepentimiento y llevando a una vida de servicio y adoración a nuestro Salvador. Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.
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