La historia de Oseas y su esposa Gomer, relatada en el libro de Oseas, sirve como una poderosa metáfora del amor incondicional de Dios por su pueblo, Israel. Gomer, infiel y desobediente, representa a Israel, que se apartó de la fidelidad a su pacto con el Señor. A pesar de la traición repetida, Dios, como Oseas, demostró un amor perseverante y misericordioso. "Porque yo soy el Señor tu Dios, que te tomo de la mano, que te digo: No temas, porque yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío." (Isaías 43:1)