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JESÚS: La Vid Verdadera, la Fuente de Vida

JESÚS: La Vid Verdadera, la Fuente de Vida
La Analogía de la Vid y los Pajares
Hermanos y hermanas en Cristo, Juan 15 nos presenta una poderosa imagen: Jesús, la vid verdadera, y nosotros, los pámpanos. Observemos la profunda dependencia que existe. Como dice el versículo 1: "Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador." No somos independientes, sino injertados en la vid que es Cristo. Nuestra vida, nuestro fruto, depende completamente de Él. Sin Él, somos inútiles, ramas secas, destinadas a ser desechadas.
Permanecer en Él
El versículo 4 nos exhorta: "Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí." Esta permanencia no es una acción pasiva, sino una relación dinámica, constante y activa con Cristo a través de la oración, el estudio de la palabra y la comunión con otros creyentes. Es una entrega total de nuestra voluntad a la suya. Sin esta comunión íntima con Él, no podemos esperar producir fruto espiritual.
El Fruto Abundante
El fruto que debemos producir no es de nuestra propia fuerza, sino el fruto del Espíritu Santo que obra a través de nosotros (Gálatas 5:22-23). El versículo 5 de Juan 15 lo afirma: "El que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer." Este fruto no se limita a buenas obras, sino que abarca todo aspecto de nuestra vida transformada por el amor de Cristo: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
La Poda y la Purificación
El versículo 2 nos advierte: "Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quita; y todo aquel que lleva fruto, lo limpia, para que lleve más fruto." La poda, aunque dolorosa, es necesaria para nuestro crecimiento espiritual. Dios permite pruebas y dificultades en nuestras vidas para purificarnos y hacernos más fuertes, para que produzcamos un fruto aún más abundante. Debemos aceptar su disciplina con humildad y fe.
En conclusión, hermanos, la imagen de la vid y los pámpanos nos recuerda nuestra total dependencia de Jesucristo. Es en Él, y solamente en Él, que encontramos la vida, el fruto, y la esperanza de una vida abundante y plena. Busquemos diariamente permanecer en Él, a través de la oración, el estudio de la Biblia y la obediencia a su palabra, para que podamos ser instrumentos útiles en sus manos y dar mucho fruto para su gloria. Amén.
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