Hermanos y hermanas en Cristo, la sumisión, un término a menudo malinterpretado, es un principio fundamental en nuestra fe. No se trata de una sumisión servil o de la renuncia a la propia identidad, sino de un acto de amor que refleja la humildad de Cristo. Filipenses 2:5-8 nos exhorta: "Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz."