Este gozo no es algo que podamos generar por nuestra propia fuerza; es el fruto del Espíritu Santo que obra en nosotros, transformando nuestras circunstancias. Gálatas 5:22 nos dice: "Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley." El gozo, por lo tanto, es una respuesta natural a la obra transformadora del Espíritu en nuestras vidas. Es un regalo, un don divino, que florece incluso en medio de las pruebas más difíciles.