Este versículo nos recuerda que nuestra herencia en Cristo no es producto del azar o de nuestra propia planificación, sino un regalo de Dios. Es una porción que Él, en su infinita sabiduría y amor, ha preparado para nosotros. No debemos olvidar que todo lo bueno que recibimos, incluso la bendición de una vida bendecida, proviene de su bondad y su fidelidad. Como dice Deuteronomio 8:18, "sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día."