La Biblia enfatiza la realidad de un juicio final. 2 Corintios 5:10 habla de que "todos compareceremos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o malo". Este juicio no es un evento inmediatamente posterior a la muerte, sino un evento futuro que determinará el destino eterno del individuo.
El juicio final, por lo tanto, es la perspectiva definitiva tras la muerte, donde nuestros actos y nuestra fe en Cristo serán juzgados. La vida terrenal, por ende, debe ser vivida a la luz de esta realidad ineludible.