Hermanos y hermanas en Cristo, el don de visión, a menudo malentendido, no es simplemente la capacidad de ver imágenes futuras, sino una revelación profunda de la voluntad de Dios para nuestras vidas. Es la luz que guía nuestros pasos en la oscuridad, iluminando el camino que Él ha preparado para nosotros. Como dice Proverbios 3:5-6: "Confía en Jehová con todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él allanará tus sendas." Esta "prudencia" no es la sabiduría mundana, sino la confianza en la dirección divina, recibida a través de la visión que Dios nos concede.
Esta visión no es siempre literal o espectacular, sino que a menudo se manifiesta como una profunda convicción interior, una intuición guiada por el Espíritu Santo. Es la capacidad de discernir la voluntad de Dios en las circunstancias cotidianas, permitiéndonos tomar decisiones sabias y alineadas con Su propósito. Isaías 30:21 declara: "Y tus oídos oirán a tu lado una palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y cuando os desviéis a la derecha o a la izquierda." Esa "palabra" es la visión divina, una suave voz que nos guía hacia el camino correcto.
Para recibir esta bendición de la visión espiritual, debemos cultivar una relación íntima con Dios a través de la oración, el estudio de la Biblia y la comunión con otros creyentes. Como dice 2 Crónicas 7:14: "si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra." La humildad, la oración ferviente y la búsqueda sincera del rostro de Dios son fundamentales para recibir Su guía.
Asimismo, la obediencia a la Palabra de Dios es esencial para desarrollar nuestra visión espiritual. Juan 14:15 dice: "Si me amáis, guardad mis mandamientos". Al obedecer los mandamientos de Dios, nos alineamos con Su voluntad y abrimos nuestros corazones para recibir Su guía. La obediencia constante afina nuestra capacidad de discernir Su voz y comprender Su propósito para nosotros.
Finalmente, debemos buscar la sabiduría y discernimiento del Espíritu Santo. 1 Corintios 2:10-11 declara: "Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios." Es a través del Espíritu Santo que podemos verdaderamente comprender la visión que Dios nos ha dado.