Luego tenemos los dones de poder, como la fe, los dones de sanidad, la realización de milagros y la profecía (1 Corintios 12:9-10). La fe, en este contexto, no es simplemente la creencia en Dios, sino una fe sobrenatural que mueve montañas, que manifiesta la obra de Dios de forma poderosa. Los dones de sanidad, los milagros y la profecía son manifestaciones directas del poder de Dios, utilizados para sanar, liberar y guiar al pueblo de Dios. Es importante entender que el ejercicio de estos dones debe estar siempre sujeto a la guía del Espíritu Santo y a la sana doctrina.