Juan no se dirige a los jóvenes en cuanto a edad, sino en cuanto a su vigor espiritual. Es una juventud renovada por el Espíritu Santo, llena del fervor y la energía para enfrentar los desafíos de la vida con la fuerza del Señor. Es la juventud que no se deja arrastrar por las corrientes mundanas, sino que se mantiene firme en sus convicciones, irradiando la luz de Cristo en un mundo necesitado de esperanza. Como dice Salmo 1:1-3: "Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se sentó; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará."