Hermanos y hermanas en Cristo, ¿cuántas veces hemos elevado nuestras plegarias al cielo, con la esperanza de una respuesta inmediata? A veces, la respuesta parece tardar, o incluso no llegar. ¿Por qué? La Biblia nos enseña que la oración no es un simple ritual, sino una conexión profunda con nuestro Padre Celestial. Para que Dios escuche nuestra oración, debemos examinar la condición de nuestros corazones. Proverbios 15:8 nos dice: "El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová; mas la oración de los rectos le es agradable". Un corazón humilde, arrepentido y dispuesto a obedecer la voluntad de Dios es fundamental. Salmo 51:17, nos muestra que los sacrificios que Dios desea son un "corazón contrito y humillado".