Jesús, nuestro Señor y Salvador, es el ejemplo supremo de humildad. Él, siendo Dios, se despojó de sí mismo, tomando forma de siervo, y haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:7-8 nos dice: "sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz."