¿Pero qué tipo de fruto espera el Señor de nosotros? No se refiere a logros mundanos ni a riquezas materiales. El fruto al que se refiere es el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza (Gálatas 5:22-23). Es una vida transformada, una vida que refleja el carácter mismo de Dios. Es vivir en obediencia a sus mandamientos, amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 22:39).