El camino del creyente no es un sendero de rosas. Encontráremos obstáculos, pruebas y tribulaciones que intentarán desviarnos de nuestro curso. Romanos 8:35-39 nos asegura que nada — ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada — nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, Señor nuestro. Sin embargo, estas pruebas son oportunidades para fortalecer nuestra fe y demostrar nuestra devoción.