La vida del impío está marcada por la inmoralidad y la transgresión de la ley de Dios. Gálatas 5:19-21 enumera las obras de la carne: "inmoralidad sexual, impureza, libertinaje, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidias, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios". Su proceder es egoísta y destructivo, tanto para sí mismo como para los demás.