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La Distinción entre el Impío, el Pecador y el Justo

La Distinción entre el Impío, el Pecador y el Justo
El Impío: Aquel que Rehuye a Dios
El impío es aquel que rechaza activamente a Dios y Su voluntad. Su corazón está alejado de la verdad divina, y su vida se caracteriza por la desobediencia y la rebelión. Salmo 14:1 nos dice: "Dice el necio en su corazón: No hay Dios". Este versículo describe la actitud fundamental del impío: una negación consciente de la existencia y autoridad de Dios. Proverbios 21:15 añade: "Hacer justicia es deleite para el justo, y destrucción para los que hacen iniquidad." La impiedad no es simplemente la ausencia de fe, sino un rechazo activo y deliberado.
El Pecador: Aquel que Falla en la Obediencia a Dios
Todos somos pecadores, Romanos 3:23 declara: "por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios". El pecado es la transgresión de la ley de Dios, ya sea por acción u omisión. No requiere necesariamente un rechazo explícito de Dios, sino una falta de conformidad a Su perfecta voluntad. 1 Juan 1:8 nos recuerda: "Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros." El pecado abarca una amplia gama de acciones, pensamientos y actitudes que se oponen a la naturaleza y el carácter de Dios.
El Justo: Aquel que Vive en Conformidad con la Voluntad de Dios
La justicia ante Dios no es algo que se logra por obras propias, sino que es un regalo recibido por la gracia a través de la fe en Jesucristo. Romanos 3:28 afirma: "Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley." El justo es aquel que, reconociendo su necesidad de la redención divina, ha confiado en Cristo para el perdón de sus pecados y ha comenzado a vivir una vida transformada por el Espíritu Santo. Mateo 5:6 describe a los justos: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados". Su vida refleja un esfuerzo genuino por vivir según los principios de Dios, aunque sabiendo que sigue necesitando la gracia de Dios diariamente.
En resumen, el impío rechaza activamente a Dios, el pecador falla en su obediencia, mientras que el justo busca vivir en conformidad con la voluntad divina a través de la fe en Cristo. Es crucial entender que la condición de pecador es universal, mientras que la impiedad y la justicia son elecciones que definen la relación de un individuo con Dios. La buena noticia es que, por la gracia de Dios, incluso aquellos que han vivido en impiedad pueden encontrar la redención y llegar a ser justos a través de la fe en Jesucristo.
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