Hermanos y hermanas en Cristo, la Biblia nos enseña claramente sobre la importancia de la autoridad, no como un instrumento de opresión, sino como una ordenanza divina establecida para el orden y el bienestar de la comunidad. En Romanos 13:1, se nos exhorta a: "Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido constituidas." Esta autoridad, derivada de Dios, no es arbitraria, sino que debe ejercerse con responsabilidad y justicia, reflejando el carácter de nuestro Señor.
La autoridad de Dios se manifiesta en su creación, en su palabra y en su providencia. Génesis 1:26-28 describe a Dios delegando autoridad al hombre sobre la creación, una responsabilidad que implica cuidado, protección y desarrollo responsable. Dios mismo es el ejemplo supremo de autoridad justa y amorosa, un modelo que debemos emular en nuestras propias vidas.