Pero la glorificación de Dios no se limita a una simple declaración verbal. Se manifiesta en la forma en que vivimos nuestras vidas. 1 Corintios 10:31 nos exhorta: "Así que, sea que comáis o que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios." Esto significa que cada acción, cada decisión, cada pensamiento debe estar alineado con Su voluntad y Su propósito. Desde las tareas más sencillas hasta las más complejas, debemos buscar Su guía y reflejar Su carácter en nuestras interacciones con el mundo.