¿Qué frutos estamos cosechando con nuestras palabras? ¿Estamos construyendo o destruyendo con ellas? Si hablamos palabras de vida, de aliento, de esperanza, de perdón y de amor, estaremos cosechando la paz y las bendiciones de Dios, tal como se promete en Gálatas 6:7-8: "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna."