Hermanos y hermanas, en Ezequiel 37, encontramos una profecía poderosa, una imagen vívida de la restauración divina. El profeta Ezequiel ve un valle lleno de huesos secos, una imagen que representa a Israel en su dispersión y desesperación espiritual (Ezequiel 37:1-2). Este valle simboliza la condición espiritual del pueblo de Dios cuando se alejan de Él, sin esperanza, sin vida. Pero Dios, en su infinita misericordia, promete insuflar vida a esos huesos secos, restaurando a su pueblo a la vida y a la unidad. Esto nos recuerda que aún en la más profunda desesperación, la esperanza en Dios permanece intacta.