Hermanos y hermanas en Cristo, la Biblia nos habla de una esperanza gloriosa, de una ciudad que no ha sido construida por manos humanas, una ciudad celestial: la Nueva Jerusalén. Apocalipsis 21:1-2 nos describe su majestuosa llegada: "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa adornada para su marido." Esta visión nos ofrece un consuelo inmenso ante las tribulaciones de este mundo.