La imagen de una "fuente de agua que salte" describe la abundancia y la perpetuidad de la vida que Jesús ofrece. No es un trago esporádico, sino un manantial constante que satisface nuestra sed por toda la eternidad. Isaías 55:1 nos invita: "¡Oh, todos los sedientos, venid a las aguas! ¡Y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed! Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche."