¿Cómo guardamos entonces nuestro corazón? Debemos ser vigilantes en lo que permitimos entrar en nuestra mente. Esto implica llenar nuestra mente con la Palabra de Dios, como dice Filipenses 4:8: "Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad." Debemos buscar la comunión con Dios a través de la oración y la meditación, para que Él nos guíe y nos proteja de las influencias malignas.