Hermanos y hermanas en Cristo, la sanidad emocional no es una utopía inalcanzable, sino una promesa divina disponible para cada uno de nosotros. Salmo 147:3 dice: "Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas." Dios no solo se preocupa por nuestra salud física, sino también por la profunda salud de nuestro ser interior. Él conoce nuestros miedos, nuestras tristezas, nuestras luchas internas. Su amor es un bálsamo que puede curar las heridas más profundas de nuestro alma.