El libro de Romanos, particularmente en el capítulo 6, explica que las consecuencias del pecado y la desobediencia son la muerte espiritual y la separación de Dios. La desobediencia, por el contrario, nos lleva a la separación de Dios, a las consecuencias negativas y a la pérdida de la bendición de su protección. Pero Dios, en su infinita misericordia, siempre nos ofrece el camino de arrepentimiento y restauración. Isaías 1:18 nos invita: "Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana."