El salmista reconoce su propia necesidad de guía, rogando: "Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas" (Salmo 25:4). Esta petición honesta y humilde es un ejemplo para nosotros. Debemos buscar activamente la voluntad de Dios en nuestras vidas, reconociendo nuestra propia incapacidad para encontrar el camino por nuestra cuenta. Él promete guía a los que le buscan con un corazón sincero. "Instruyeme, oh Jehová, en tu camino, y guíame por senda llana a causa de mis enemigos" (Salmo 25:5).