El salmista continúa exaltando la misericordia de Dios. "Jehová es mi roca, mi fortaleza, y mi libertador; mi Dios, mi roca en quien me amparo; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio." (Salmo 144:2). Estas palabras nos recuerdan el carácter protector y misericordioso de nuestro Dios. Él es nuestro refugio en tiempos de tormenta, nuestro escudo contra el enemigo, nuestra fortaleza en la debilidad.