Sin embargo, el pasaje no termina en la oscuridad de la negación. La mirada de Jesús, llena de compasión, penetra el corazón de Pedro, produciéndole un profundo arrepentimiento. El canto del gallo, símbolo de la predicción de Jesús (Lucas 22:34), sirve como un recordatorio doloroso de su traición. Este arrepentimiento genuino es esencial: "Y el Señor, vuelto, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, como le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces" (Lucas 22:61). La restauración de Pedro nos ofrece una poderosa esperanza, mostrando que el perdón de Dios es ilimitado para aquellos que se arrepienten sinceramente de sus pecados. "Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente." (Lucas 22:62). La gracia de Dios es suficiente para redimirnos de nuestras faltas, incluso de las más dolorosas.