El salmo profetiza sobre el reino del rey, un reinado justo y eterno: "Tu trono, oh Dios, es eterno; cetro de justicia es el cetro de tu reino" (Salmos 45:6). Estas palabras nos recuerdan la promesa de un reino sin fin, el reino de Dios, donde la justicia y la verdad reinarán supremas, un reino que Cristo heredará y gobernará por toda la eternidad. Este reino no es terrenal, sino celestial; es el reino prometido a quienes han puesto su fe en Jesucristo.