Hermanos y hermanas, el Salmo 103 nos desborda con la inmensidad del amor de Dios. Bendice, alma mía, a Jehová, y todo mi ser, a su santo nombre. Salmo 103:1. No olvidemos nunca la magnitud de su gracia, que supera toda comprensión.
Él perdona todas tus iniquidades; sana todas tus dolencias; Él redime tu vida de la destrucción; te corona de benignidad y misericordia. Salmos 103:3-4. Este es el Dios que no nos deja en nuestra miseria, sino que nos levanta, nos sana y nos restaura.