El proceso de consagración, detallado minuciosamente en Levítico 8:3-24, incluyó el lavado, el vestido con las vestiduras sagradas, la unción con el aceite santo, y los sacrificios. Cada acción simboliza un aspecto crucial de la consagración espiritual. El lavado representa la limpieza del pecado (Hebreos 10:22), las vestiduras, la justicia de Cristo que nos reviste (Romanos 13:14), la unción, el derramamiento del Espíritu Santo que nos capacita para el servicio (Hechos 1:8), y los sacrificios, la expiación de nuestros pecados (Hebreos 9:22).