¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, la salvación de mi rostro, y mi Dios. Salmo 42:11. En medio de la oscuridad y la desesperación, el salmista nos recuerda la importancia de la esperanza. Esperar en Dios no significa pasividad, sino confiar en Su fidelidad y en Su plan para nuestras vidas, aun cuando no lo entendamos. Debemos recordar Su poder para salvar, para restaurar y para dar nuevas fuerzas.