Hermanos y hermanas en Cristo, el Salmo 144 resuena con la profunda dependencia que debemos tener en nuestro Dios. No es una canción de autosuficiencia, sino un clamor de ayuda, un reconocimiento de nuestra fragilidad ante la grandeza divina. "Bendito sea Jehová, mi roca, que adiestra mis manos para la batalla, y mis dedos para la guerra." (Salmo 144:1). Este versículo nos recuerda que nuestras habilidades, nuestra fuerza, provienen de Él. No somos guerreros por nuestra propia cuenta, sino que somos instrumentos en Sus manos.
Nuestro Señor nos fortalece, nos equipa y nos prepara para las batallas de la vida. Debemos depender enteramente de Él, reconociendo que nuestra victoria no reside en nuestra capacidad, sino en Su poder. "Porque mi misericordia es mi fortaleza" (Habacuc 3:19) refleja este mismo espíritu de dependencia en la bondad y el poder de Dios, que también se ve reflejado en el Salmo 144.