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El Don de la Profecía y la Edificación de la Iglesia

El Don de la Profecía y la Edificación de la Iglesia
La Primacía del Amor y la Edificación
Hermanos y hermanas en Cristo, 1 Corintios 14 nos exhorta a perseguir fervientemente el amor y la edificación mutua. No busquemos solo el don de la profecía, sino que lo usemos para edificar a la iglesia, como dice el versículo 3: "Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación." El amor debe guiar siempre el ejercicio de nuestros dones espirituales, pues sin amor, aun la profecía más elocuente carece de valor. Como nos recuerda 1 Corintios 13:1-3, "Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy."
El Orden en el Uso de los Dones
El apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, nos guía hacia un orden en el uso de los dones espirituales. En los versículos 26-40, encontramos instrucciones claras sobre la necesidad de mantener la armonía y la decorum durante las reuniones de la iglesia. Cada uno debe contribuir a la edificación general, no buscando solamente la satisfacción personal. La participación debe ser regulada, para que todos puedan participar y beneficiarse, evitando la confusión y el desorden que obstaculizan la obra del Espíritu Santo.
La Importancia de la Comprensión
Si bien los dones espirituales son valiosos, no debemos olvidar la importancia de la comprensión mutua. En los versículos 18-19, Pablo enfatiza la necesidad de orar por el entendimiento. "Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida." Es vital que nuestro hablar sea comprensible, para que la edificación sea completa y efectiva. El propósito final es la enseñanza, la exhortación y la consolación; no el simple exhibicionismo del don.
En conclusión, hermanos, que el ejemplo de Pablo en 1 Corintios 14 nos guíe a usar nuestros dones espirituales para la gloria de Dios y la edificación mutua de la iglesia. Que el amor sea el motor de nuestras acciones y que busquemos siempre la comprensión y la armonía en nuestro servicio al Señor. Que cada uno de nosotros nos esforcemos por utilizar nuestros dones, incluyendo el don de profecía, para la glorificación de Dios y la edificación de Su pueblo. Amén.
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