En Salmo 75, el salmista proclama la justicia de Dios, afirmando su soberanía sobre las naciones y su control sobre el destino de los hombres. "Porque no es del oriente, ni del occidente, ni del desierto proviene; sino que Dios es el juez: a éste humilla, y a aquél ensalza." (Salmo 75:6-7). Dios no es arbitrario; Su juicio es justo y su poder es absoluto. El salmista nos exhorta a confiar en Su gobierno, reconociendo que el orgullo y la arrogancia serán juzgados. "Porque en la mano del SEÑOR hay un cáliz, y el vino espumoso está lleno; está totalmente mezclado; y él lo derramará; mas las heces de él, todos los impíos de la tierra las beberán y las sorberán." (Salmo 75:8).