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El Triunfo de Dios y la Humildad del Hombre: Un Estudio de Salmos 75 y 76

El Triunfo de Dios y la Humildad del Hombre: Un Estudio de Salmos 75 y 76
El Juicio Divino y la Soberanía de Dios (Salmo 75)
En Salmo 75, el salmista proclama la justicia de Dios, afirmando su soberanía sobre las naciones y su control sobre el destino de los hombres. "Porque no es del oriente, ni del occidente, ni del desierto proviene; sino que Dios es el juez: a éste humilla, y a aquél ensalza." (Salmo 75:6-7). Dios no es arbitrario; Su juicio es justo y su poder es absoluto. El salmista nos exhorta a confiar en Su gobierno, reconociendo que el orgullo y la arrogancia serán juzgados. "Porque en la mano del SEÑOR hay un cáliz, y el vino espumoso está lleno; está totalmente mezclado; y él lo derramará; mas las heces de él, todos los impíos de la tierra las beberán y las sorberán." (Salmo 75:8).
La Respuesta del Pueblo a la Grandeza de Dios (Salmo 76)
Salmo 76 continúa la temática del juicio divino, pero ahora desde la perspectiva de la respuesta del pueblo de Dios. El salmista canta de la grandeza y el terror del Señor, de su poder para silenciar a sus enemigos. "Entonces se atemorizaron todos los habitantes de la tierra, los reyes, y los príncipes hicieron consejo juntos." (Salmo 76:11-12). El temor reverencial ante Dios es la respuesta adecuada a Su poder y a Su justicia. No debemos olvidar Su obra poderosa en la historia: "En Judá se conoce a Dios; en Israel es grande su nombre." (Salmo 76:1). La experiencia del juicio divino debe llevarnos a la humildad y a la adoración.
La Advertencia y la Exhortación a la Humildad
Ambos salmos nos advierten contra la arrogancia y el orgullo. La exaltación del hombre sin el reconocimiento de la soberanía de Dios es una fórmula segura para la ruina. El camino a la verdadera felicidad es la sumisión a la voluntad divina, la confianza en su justicia y la adoración humilde de su grandeza. "Y a los cuernos del impío los quebrantarás; y será exaltado el cuerno del justo." (Salmo 75:10). Debemos recordar que la verdadera fuerza y el verdadero honor provienen de Dios mismo.
En conclusión, los Salmos 75 y 76 nos ofrecen un mensaje claro y poderoso: la soberanía de Dios, su juicio imparcial y la necesidad de una humilde sumisión a su voluntad. Reconozcamos la grandeza de Dios y sometámonos a su gobierno, buscando Su gracia y bendición en lugar de la vana gloria terrenal. Que la experiencia de su poder nos lleve a la adoración y a una vida de obediencia y fe.
Dios
Juicio
Soberanía
Humildad
Arrogancia
Justicia
Poder
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Confianza

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