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El Consolador: Paz en medio de la tormenta

El Consolador: Paz en medio de la tormenta
La Promesa del Espíritu Santo
Hermanos y hermanas en Cristo, en Juan 14:15-31, nuestro Señor Jesucristo nos ofrece una promesa de consuelo inefable en medio de la adversidad: el Espíritu Santo. Él nos recuerda: "Si me amáis, guardad mis mandamientos." (Juan 14:15). Este no es un mandamiento oneroso, sino una invitación a una relación profunda con nuestro Salvador. Al obedecer Sus mandamientos, demostramos nuestro amor y recibimos la bendición del Espíritu Santo, el Consolador.
Jesús promete que el Padre enviará otro Consolador, el Espíritu de verdad, que estará con nosotros para siempre (Juan 14:16-17). Este Espíritu nos guiará a toda verdad, nos recordará las palabras de Jesús y morará en nosotros (Juan 14:26). No estaremos solos en nuestro caminar; tendremos al Espíritu Santo como nuestro compañero constante y fiel.
Superando la Angustia con la Paz de Cristo
Ante la inminencia de Su partida, Jesús asegura a Sus discípulos, y a nosotros hoy, que no se angustien ni se turben sus corazones (Juan 14:1, 27). Él declara: "En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros." (Juan 14:2). Esta promesa nos recuerda que nuestra morada eterna está asegurada en la presencia del Padre celestial.
Jesús enfatiza la paz que Él nos ofrece, una paz que el mundo no puede dar (Juan 14:27). Esta paz sobrepasa toda comprensión y es un don fruto de nuestra unión con Él. Es una paz que permanece en medio de las tormentas de la vida, una paz que se encuentra en la confianza en el plan perfecto de Dios, aún cuando no entendamos Su propósito.
Creer en medio de la incertidumbre
En estos versículos, Jesús nos llama a creer en Él y en el Padre (Juan 14:11). La fe no es una mera creencia intelectual, sino una confianza profunda en el carácter, el poder y el amor de Dios. Es una fe que se manifiesta en la obediencia a Sus mandamientos y en la búsqueda de Su voluntad. Es en esta fe donde encontramos la fuerza y la paz para sobrellevar cualquier dificultad.
Finalmente, Jesús nos exhorta a tener valor: "No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo." (Juan 14:27). Este llamado a la valentía se basa en la promesa del Espíritu Santo y en la seguridad de nuestra morada eterna con Dios. La fe nos da el valor para enfrentar lo desconocido, confiando en que Dios está con nosotros, guiándonos y protegiéndonos siempre.
Hermanos y hermanas, que la promesa del Espíritu Santo, el Consolador, nos llene de paz y fortaleza en medio de las pruebas de esta vida. Que nuestra fe en Cristo nos dé la valentía para seguir adelante, sabiendo que Él está con nosotros siempre, hasta el fin del mundo. Amén.
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