Pablo continua diciendo: "Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es la imagen y gloria de Dios; pero la mujer es la gloria del varón." (1 Corintios 11:7). Aquí, la idea no es de inferioridad, sino de interdependencia y reflejo de la gloria de Dios. El hombre, como imagen de Dios, refleja la autoridad divina; la mujer, como gloria del hombre, refleja la belleza y la gracia de Dios. Ambos, en su respectivo rol, reflejan la gloria del Creador.