Pablo se muestra como un modelo de adaptabilidad al contexto. No se aferró a una sola manera de vivir, sino que se ajustó a las necesidades de cada persona a la que ministró. Él declara: 'A los judíos me hice como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley, como sujeto a la ley (aunque yo mismo no estoy sujeto a la ley), para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que están sin ley, como sin ley (sin ser yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley? (1 Corintios 9:20-21). Este espíritu de compasión y entendimiento es esencial para la efectividad del ministerio.
Debemos aprender a comunicarnos eficazmente con personas de diferentes contextos culturales y espirituales. No se trata de comprometer nuestra fe, sino de encontrar maneras de conectar con los demás para llevarles el mensaje de salvación.